jueves, 1 de noviembre de 2012

Tópicos, esos entrañables.

El cerebro de un ser humano debe albergar, casi de manera segura, una pequeña zona habilitada para este don que tenemos desde que aflora nuestro sentido del humor: Decir tópicos.
Y es que no es fácil reprimirse a soltar un latiguillo gracioso acerca de algo o alguien que por naturaleza tiene asignado un hecho o dicho que le "identifique".

Hay varios tipos de tópicos y, en mi opinión, los que más me llaman la atención son los tópicos culturales. Este tipo abarca un sinfín de latiguillos que, inevitablemente, tendemos a soltar en el momento más oportuno (o eso creemos). Si conoces a una persona sueca, por ejemplo, tu cerebro empieza a procesar información acerca del país nórdico para generar, de manera espontánea, una pregunta del siguiente tipo: "En Suecia deben haber muchísimos Ikeas, ¿no?" Es inevitable.

Curiosamente, y a pesar de que en un país como España le damos bien a la lengua cuando nos da por hacer la gracia de turno, nuestra visión desde más allá de nuestras fronteras es un tanto similar. Prueba a viajar a un país oriental, ve divulgando que eres español y todos empezarán a preguntarte si bailas flamenco o cuántos toros has lidiado.

Más aun, no hace falta ni salir del territorio español. Son tantas y tan diferentes las culturas y raíces de este estado que a lo largo de los años hemos ido recopilando ciertos detalles de nosotros mismos. Por dar un ejemplo, un andaluz, que sea el más serio, soso, frío y desagradable de toda Andalucía entera, se da a conocer en algún sitio fuera del sur y tiene la obligación legal y moral de contar el más gracioso de los chistes.
Al mismo tiempo, llega al grupo un catalán y por más que quiera invitar a todos a mil y una rondas de chupitos, siempre será el rasco que no suelta duros porque "la pela es la pela". No semos nadie.

Para acabar con esta ida de cabeza que me ha dado, mostrar el caso más curioso de este tema. ¿Y si un día te llega un eslovaco? Ahora mismo tu cabeza está echando humo. Te jodes.


viernes, 5 de octubre de 2012

Blogardo te saluda.

Blogardo, o cómo dar importancia a esos detalles del ser humano que nos parecen poco relevantes y, sin embargo, nos describen por completo. Una visión simpática de ese casi infinito mundo que es la ignorancia del ser humano, plasmada en unos garabatos que lejos de ser decentes, tratarán de analizar lo que se pretende.

Jota